Cada 29 de agosto conmemoramos el martirio de San Juan Bautista, es un hecho que transcenderá los límites del tiempo, resonando a través de las generaciones como un testimonio de fe, valentía y fidelidad a la verdad de nuestro Santo Patrono diocesano.
Este gran precursor de Cristo nos invita a reflexionar sobre la misión de ser heraldos de la Palabra y a tomar en serio el costo que conlleva la defensa de nuestros principios.
San Juan Bautista: Testigo de la Verdad
San Juan Bautista se destacó por su férrea dedicación a la verdad y su valiente proclamación del mensaje del reino de Dios. Desde su nacimiento, anunciado como el precursor del Mesías, su vida fue un testimonio de sacrificio y entrega. En el desierto, predicaba un bautismo de arrepentimiento y llamaba al pueblo a la conversión, preparando así los corazones para recibir a Jesucristo. Esta misión encontró su punto máximo, en su valentía frente al poder político, cuando denunciaba la relación ilícita entre Herodes Antipas y Herodías.
El Martirio: Un Ejemplo de Valor y Sacrificio
El martirio de San Juan Bautista se desencadena en un contexto de opresión y abuso de poder. Por su valiente denuncia, fue encarcelado y finalmente decapitado en una danza siniestra que celebraba la corrupción y el escándalo. La historia de su muerte es un recordatorio de los costos que puede acarrear la búsqueda de la justicia y la integridad.
A través de su sacrificio, Juan Bautista se convierte en el modelo perfecto de aquel que no teme a la adversidad ni al sufrimiento, poniendo su vida al servicio de la verdad divina. Su muerte, que podríamos considerar trágica, se transforma en una victoria espiritual, reafirmando que la fe y la valentía pueden florecer incluso en las circunstancias más difíciles.
Su vida y martirio nos ofrecen un modelo a seguir; se nos invita a ser valientes en la fe, a ser heraldos de la verdad y a testificar con nuestras vidas a Jesucristo, incluso cuando la oposición se presenta.
Cada 24 de junio, en su festividad, los fieles nos unimos en una celebración que no solo recuerda su vida y sacrificio, sino que también invita a la reflexión sobre nuestras propias vidas. Nos desafía a preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a salir al desierto de nuestra propia vida y proclamar la verdad del Evangelio? ¿Estamos preparados para enfrentar las consecuencias que ello puede conllevar?
Su martirio nos invita a ser audaces en la proclamación del Evangelio, a vivir la fe con fervor y autenticidad, convirtiéndonos en instrumentos de paz y verdad en nuestras comunidades. Que, al venerar a nuestro santo patrón, todos los miembros de la Arquidiócesis de San Juan de Cuyo se sientan inspirados para vivir su fe con la misma valentía y perseverancia que caracterizó al gran precursor de Cristo.
Cristo es el camino, la verdad y la vida. El Bautista al entregar su vida por la verdad, significa que la ha entregado por Jesucristo y nos lleva a plantearnos si somos capaces de entregar nuestra vida por la verdad. Estamos llamados a ser testimonio, anunciando la buena nueva y denunciando las injusticias, pues hay que llevar a Cristo no solo en palabras, sino en las acciones.
¡Que San Juan Bautista interceda por nosotros y nos guíe en nuestro camino hacia la santidad, sobre todo en este tiempo de nuestro 3° SÍNODO DIOCESANO!
Desde hoy y hasta el 29 de agosto, se celebrará un Triduo en nuestra Iglesia Catedral.