¡La Iglesia tiene un nuevo sacerdote! El Padre Rodrigo Saénz Peña

Compartimos las homilía que predicó nuestro Arzobispo para la ordenación presbiteral, el pasado viernes 20 de cotubre.

Queridos hermanos y hermanas. ¡Qué alegría participar de esta celebración!

Estamos siendo testigos de un tramo, un momento, en un camino prolongado en la vida de Rodrigo. Un camino comenzado hace muchos años siguiendo la voz de Dios. Ese Dios que habla en el corazón de todos y que de modo particular resonó en Rodrigo llamándolo a seguir los pasos de Jesús más de cerca.

 

El seguimiento de Jesús empieza con una fascinación, un encuentro que deslumbra y atrae. Que incluso nos confunde, como le sucedió a San Juan Bautista, nuestro Patrono. El pasaje del Evangelio que estuviste meditando durante este tiempo y que acabamos de proclamar nos muestra a Jesús tomando la iniciativa de ir al encuentro de Juan, que reacciona con sorpresa: “¡y eres tú el que viene a mi encuentro!” Como Isabel ante la visita de María, “¿cómo es que la Madre de mi Señor viene a visitarme?” 

Es sorpresa y estupor por la cercanía de quien se supone lejano, distante. La misión de la Iglesia se desarrolla con esta clave de cercanía inesperada.

Juan colabora con el inicio de la predicación de Jesús. Pon un lado anuncia la cercanía del mesías, y por otro lo señala como el Cordero de Dios, el esperado durante siglos.

 

El Dios hecho hombre se sumerge en el agua para purificar a la humanidad y Juan es testigo de una Teofanía, los cielos se abrieron y ya no se cerraron nunca. Permanecen siempre abiertos para tender puentes de comunión con la humanidad.

 

Desde los primeros renglones de la biblia se nos muestra la presencia del agua y el Espíritu Santo aleteando sobre ellas (Génesis 1, 2). Se preparó de ese modo la primera creación; y ahora, por medio del bautismo, la nueva creación.

Durante nueve meses vivimos sumergidos en el líquido en el vientre materno y al salir de la panza de la mamá damos a luz, salimos del agua a la vida.

 

Hay una dimensión bautismal y pascual en la ordenación sacerdotal. En cuanto bautismal utilizamos el crisma, la vestidura blanca, y la misión. En cuanto Pascual, la vida nueva, la luz, y también la misión. 

 

Rodrigo, terminaste el seminario, pero no la formación. El pueblo de Dios te sigue formando y transformando en pan para alimentarlo.

El presbítero da el paso del ser para sí a ser para otros y para el otro.

Es constructor de puentes de unidad y comunión. Por el bautismo somos iguales en dignidad, miembros del Cuerpo de Cristo. Cuidate de la tentación del sabelotodo y de todo. Te ordenamos sacerdote, no economista, arquitecto, abogado, médico o mecánico…

Harás presente a Jesús Eucaristía en las comunidades, partirás el Pan y tu vida para entregarla a Jesús. Podrás acercar la misericordia incondicional que el Padre nos ofrece.

 

Vas a integrar el orden presbiteral en un tiempo sinodal. En un rato los sacerdotes presentes te impondrán las manos como gesto sacramental de agregarte al orden de los Presbíteros. En cada misión que se te encomiende, estarás como miembro del Presbiterio, nunca solo como superhéroe. Simultáneamente estamos llamados a trabajar juntos con las diversas vocaciones y carismas del Pueblo de Dios. 

 

En estos días en el Sínodo que se está realizando en Roma, se habló de la autoridad. Se dijo esta frase: “quien ejerce autoridad tiene que hacerlo descalzo”. Se hace referencia al respeto y cuidado por cada persona. “Somos servidores de ustedes por amor de Jesús” (II Cor 4, 5)

 

Ser sacerdote no es garantía de éxito. Muchas veces conocemos la frustración, no alcanzar las expectativas, sembrar mucho y recoger poco. No tengamos miedo al fracaso; el evangelio no fracasa. Siempre es buena noticia cargada de la vida de Jesús resucitado. Tenemos la certeza de que el Amor vence al odio. El Papa Francisco nos regaló el domingo una Exhortación Apostólica sobre la vida y enseñanza de Santa Teresita. Su inquebrantable impulso misionero muestra «su modo de entender la evangelización por atracción, no por presión o proselitismo. Vale la pena leer cómo lo sintetiza ella misma: “Al atraerme a mí, atrae también a las almas que amo…» (9). «La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor» (1), Amor con mayúscula.

 

Ser sacerdote es agrandar el corazón para hacernos cercanos a tanta gente rota, desilusionada. Cansados por la decepción de liderazgos. Enojo porque nos toman el pelo.

 

Hay tres palabras que el Padre dice de Jesús y de nosotros. “Este es mi hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. 

Filiación. Amor. Alegría del Padre. Tres palabras que hoy volvemos a escuchar sobre Rodrigo y sobre toda esta asamblea santa.

 

San Juan Bautista te aliente en la profecía. Seguí el ejemplo de nuestro Siervo de Dios, Monseñor Orzali, que se embarraba los zapatos para ir a las periferias de su Parroquia para anunciar a Jesús.

La Virgen María te cuida con ternura.