Desde el primer día del ADVIENTO, el 1 de diciembre este año, empezamos a caminar un nuevo AÑO LITÚRGICO.
El calendario litúrgico tiene un ciclo trienal; tres años que permiten ahondar sobre la palabra de Dios de forma abarcativa en cada uno de ellos.
Es decir, que se repite cada tres años, y rige principalmente sobre las lecturas bíblicas de las Misas de domingo.
San Pablo VI en su constitución apostólica del Misal Romano, indica que “todas las lecturas dominicales se dividen en un ciclo de tres años”.
En este sentido, el Ordo Lectioum MIssae (Ordenación de las lecturas de la Misa, 1969) describe que a cada año litúrgico se le denominará “con las letras A, B, C”.
En el ciclo A el evangelio dominical se toma generalmente de Mateo, en el B de Marcos y en el C de Lucas. Mientras que el Evangelio de Juan se lee primordialmente en la Pascua.
Durante el tiempo pascual, la primera lectura es de los Hechos de los Apóstoles. Pero la segunda lectura en el ciclo A es principalmente de la Primera carta de San Pedro; en el ciclo B, de la Primera carta de San Juan; y en el ciclo C, del Apocalipsis.
En el tiempo ordinario, la Primera carta a los Corintios se lee en los tres ciclos. Mientras que la Carta a los Hebreos ha sido dividida en dos. Una parte se lee en el ciclo B y la otra en el ciclo C.
¿Por qué año impar?
Los días laborables de la semana, llamados también ferias, las lecturas de la Misa tienen otro orden. La Cuaresma, Adviento, Navidad y Pascua tienen sus textos propios.
En el tiempo ordinario, los evangelios se rigen por un ciclo de lecturas que se repite todos los años. Sin embargo, las primeras lecturas, que generalmente son del Antiguo Testamento y de las cartas apostólicas, tienen doble ciclo, conformado por año par e impar.
En el Ordo del año 1.969 se especifica que el “Año I” es para los “años impares” y “Año II” para los “años pares”. Por lo tanto, el Calendario Litúrgico 2025 es año I o año impar.
¿Cuál es la finalidad de los ciclos con los pares e impares?
Toda esta distribución de las lecturas por ciclos y años pares o impares tiene su fuente en la Constitución Sacrosanctum Concilium, donde el Concilio Vaticano II pide que se abran más “los tesoros de la Biblia” a los fieles en la Eucaristía.
“De modo que, en un período determinado de años, se lean al pueblo las partes más significativas de la Sagrada Escritura”.
En este sentido, al cabo de los tres ciclos se podrá escuchar gran parte de la Sagrada Escritura y si se va a Misa diariamente por dos años, se habrá profundizado más en la lectura de la Biblia.