Una de las experiencias más ricas de la iglesia es su diversidad de culturas y lenguas. Católica significa Universal, que abarca a toda la humanidad, sin excepciones.
Pensar que el mismo Padrenuestro es rezado en castellano, chino, inglés, guaraní, alemán, italiano… es una maravilla a la que no debemos acostumbrarnos.
El Evangelio es Buena Noticia, y está destinada a encarnarse en cada pueblo desde su propia idiosincrasia, y a expresarse desde la belleza de su arte, lo hondo de sus raíces. La fe se hace cultura y agrega nuevos rostros a la Familia de los hijos de Dios.
Cada comunidad cristiana tiene sus fiestas patronales que le motivan a expresar su fe y su cariño a los Santos, la Virgen… También cada Diócesis o país tienen sus características propias. Pero no debemos perder de vista que somos parte de un Pueblo que nos abarca, abraza y trasciende.
Uno de los riesgos que corremos en el presente es la fragmentación. Nos seduce la tentación de ser clan defendiendo la propia idea, antes que ser Pueblo.
Este mes octubre está aconteciendo algo muy importante para la Iglesia en todo el mundo. Francisco está iniciando en Roma la segunda fase del camino sinodal. Un camino en el cual se han escuchado las voces de todas las formas de vivir la misma fe. Estamos en los momentos de revisar los desafíos que se nos presentan en todo el mundo.
Una expresión que se hizo común en torno al año 1000 decía “lo que a todos incumbe debe ser tratado por todos”. Y así está sucediendo.
El lema que nos está orientando es “Por una Iglesia Sinodal: comunión, participación y misión”. El Papa Francisco, en su discurso de apertura destacó la importancia del caminar en comunión: “Hemos aprendido a reconocer en el Sínodo de los Obispos un sujeto plural y sinfónico capaz de sostener el camino y la misión de la Iglesia católica, ayudando de modo eficaz al Obispo de Roma en su servicio a la comunión de todas las Iglesias y de toda la Iglesia».
Al final del Evangelio se nos cuenta que Jesús resucitado envió a los discípulos diciéndoles: “Vayan por todo el mundo y anuncien la buena noticia a todos los pueblos”. (Mateo 28)
Volviendo a la idea inicial, hay distintas lenguas que alaban al mismo Dios. Multiplicidad de colores en la piel y los vestidos. Diversas culturas que, cada una con su peculiaridad, acogen y expresan la misma fe.
En nuestra Patria este fin de semana se está celebrando un acontecimiento muy importante: la edición número 50 de la Peregrinación juvenil a pie al Santuario de Nuestra Señora de Luján. El lema: “Madre, bajo tu mirada buscamos la unidad”.
Ciertamente que las Peregrinaciones a nuestra Madre son anteriores y muy numerosas. Pero esta fue pensada en su origen como netamente juvenil, aunque vayan también algunos adultos.
Ante este acontecimiento la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina escribió una carta, de la cual te comparto un par de párrafos. “Es bueno hacer memoria y recordar que la Virgen se quedó entre nosotros en el año 1630. Aún antes de la creación del Virreinato del Río de la Plata, antes que existamos como pueblo argentino”.
En la misa de beatificación del Cardenal Eduardo Francisco Pironio en diciembre pasado, tuve el regalo de estar delante de la imagen original de la Virgen y acariciarla con sumo cuidado. Como dicen los obispos en la carta, “una imagen frágil, en medio de un pueblo tocado por diversas fragilidades, desde su nacimiento hasta el día de hoy. Un pueblo necesitado de la caricia de María de Luján, para sanar sus heridas, para poder seguir caminando, luchando y esperando una Patria de hermanos”.
Contemplemos este acontecimiento con mirada profunda y creyente. “Caminar a la casa de la Virgen representa una parábola de la vida misma y de otra peregrinación, que es la que va hacia dentro del corazón. Porque nuestro interior es santuario de Dios, Él habita en nosotros y en nuestros lazos de hermandad. Y esta es una buena noticia que debe ser anunciada a todos empezando por los más pobres, cuya dignidad no debe ser despreciada.”
Virgencita de Luján, ruega por nosotros.
El Papa Francisco invita al mundo entero este lunes 7 de octubre a una Jornada de Ayuno y Oración para pedir el don de la paz.
Ofrezcamos nuestra parte y recemos juntos por la paz.