“Impotencia.” Así me describía un científico su sentimiento ante las crisis ecológicas, los incendios forestales, la tala de bosques, la depredación de los mares, etc., etc. Y se lamentaba con un “no aprendemos más”. Después de ese diálogo me quedé pensando cómo tenemos que cuidarnos de no bajar los brazos y, aunque la realidad sea desalentadora, no dejemos de realizar todo lo que está a nuestro alcance para buscar el bien de la humanidad.
Es cierto que ante lo que nos supera muchas veces preferimos encoger los hombros y mirar para otro lado. Por unos minutos, te propongo que veamos los desafíos de la cuestión ambiental de la mano del Papa Francisco.
El 4 de octubre, memoria de San Francisco de Asís, se cumplirá apenas un año de la publicación de la Exhortación Apostólica “Laudate Deum” (Alaben al Señor) sobre la crisis climática. Escribe allí el Sucesor de San Pedro: «Con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre», y continúa diciendo que «es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas» (LD 2). Como vemos, la preocupación no se centra en abstracciones o ideologías.
De hecho, ya está sucediendo así. La violencia de los huracanes en Centro América ha crecido en poder destructivo año tras año. “Entre 2019 y 2022 aumentó en un orden del 38% la cantidad de personas afectadas por huracanes o tormentas tropicales en la región. A su vez, 2023 se consolidó como el período con mayores daños causados por desastres naturales vinculados al cambio climático” (Informe elaborado por el CELAM —Consejo Episcopal de América Latina y el Caribe— con la participación de la Red de Observatorios de Universidades Católicas del Continente, presentado en junio pasado). En este mismo informe se expresa que “2023 será el año más cálido en el registro de 174 años, superando los récords de 2016 y 2020”.
La sequía en varios lugares de Argentina está reduciendo la superficie a sembrar, lo cual genera caída en puestos de trabajo y aumento en costos de los alimentos en algunas regiones. Estos hechos tampoco son abstracciones o planteos ideológicos.
La situación es muy delicada, «lo que estamos verificando ahora es una inusual aceleración del calentamiento, con una velocidad tal que basta una sola generación —no siglos ni milenios— para constatarlo» (LD 6). Lo podemos visualizar en imágenes satelitales tanto de pérdida de glaciares en la cordillera en el transcurso de 50 años, como en el derretimiento progresivo de los Polos (ambas disponibles en internet). Esto impacta en la elevación del nivel de las aguas de los océanos. «Probablemente en pocos años muchas poblaciones deberán trasladar sus hogares a causa de estos hechos» (LD 6). Y así lo están padeciendo unas cuantas poblaciones costeras.
El Papa reitera que «el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada» (LD 25). «La lógica del máximo beneficio con el menor costo, disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad… extasiados frente a las promesas de tantos falsos profetas, a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos» (LD 31).
La mayor responsabilidad cae en los organismos internacionales y en los gobiernos de los países de mayor consumo indiscriminado. Sin embargo, podemos dar el ejemplo desde casa. «El esfuerzo de los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, va creando una nueva cultura. Este solo hecho de modificar los hábitos personales, familiares y comunitarios» contribuye a «gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad» (LD 71). Los grandes cambios, como los árboles, nacen desde abajo.
Francisco junto a otros referentes de Iglesias cristianas nos han convocado a dedicar este Mes de Septiembre al Cuidado de la Creación. Acojamos ese llamado a la responsabilidad. Te invito a buscar más información en la plataforma del Movimiento Laudato si’.
El jueves 19 de septiembre cumpliremos 190 años de la creación de la Diócesis de San Juan de Cuyo, siendo su primer obispo Fray Justo Santa María de Oro. La primera Diócesis creada en la Argentina después de la declaración de la Independencia. En ese tiempo abarcaba las provincias de San Juan, Mendoza, San Luis y Neuquén. Demos gracias a Dios que nos llama a dar testimonio de la Buena Noticia de Jesús como familia suya.
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