Hay que seguir andando nomás

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo

 

En estos casi once años de pontificado, el Papa Francisco nos viene invitando a distintas “aventuras apostólicas” de forma simultánea y creativa —renovaciones, reactivaciones, despertares, memorias agradecidas, inclusiones, sinceridades— que están vinculadas a nuestra vida de fe cristiana y cómo nos relacionamos en nuestras comunidades, nuestros espacios pastorales.

Acaba de concluir la penúltima etapa del Sínodo de la Sinodalidad que se inició en octubre del 2021 y tendrá su cierre en octubre del 2024, una propuesta que nuestro Papa lleva adelante —junto con toda la Iglesia universal—y que hace de la escucha atenta del Pueblo de Dios el principal insumo para el discernimiento paciente de cómo caminamos en este tiempo de la historia. La sinodalidad fue y sigue siendo el motivo de la reflexión, su puesta en práctica, sus dificultades y consecuencias, inmersa en los disímiles contextos en los que se plantea la vida en nuestro planeta, entre la guerra y la paz, hambre y derroches, naturaleza y tecnología, opresiones y libertades.

La Sala Pablo VI del Vaticano fue el lugar en el que, dispuestos en mesas redondas, laicos y laicas, cardenales, religiosas y religiosos, obispos y sacerdotes, y el propio Francisco, hablaron, se escucharon, rezaron y aplicaron el método de la conversación espiritual de modo de tener como guía permanente al Espíritu Santo.

Les comparto algunas de las ideas que surgieron de esta enorme reunión y que se plasmaron en el Informe de Síntesis, ideas que nos marcan “por dónde va la cosa” en la Iglesia:

  • Se está brindando espacio a todos, sin exclusiones, con el fin de que la Iglesia sea una “casa de puertas abiertas”.
  • El protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo.
  • El Informe de Síntesis, entregado el 28 de octubre, es un documento organizado en veinte párrafos que abordan una gama de cuestiones eclesiales. Cada párrafo comienza precisando las convergencias alcanzadas, describe los temas a desarrollar y propone sugerencias.
  • Las Iglesias locales tienen ahora la tarea de profundizar en estos temas y propuestas, combinando discernimiento espiritual y teológico más ejercicio pastoral.
  • El Informe se divide en tres partes interconectadas. La primera parte, “El rostro de la Iglesia sinodal”, establece los principios teológicos que fundamentan la sinodalidad. La segunda parte, “Todos discípulos, todos misioneros”, se centra en los sujetos que conformamos el Pueblo de Dios y el llamado a asumir la sinodalidad como un estilo eclesial. La tercera parte, “Tejer vínculos, generar comunidades”, se enfoca en los procesos y organismos que promueven el diálogo y el intercambio entre las Iglesias y el mundo.
  • Se enfatiza en que la iniciación cristiana, centrada en el bautismo, es la fuente sacramental de la sinodalidad. La comunión, la participación y la misión de los cristianos se nutren de la Eucaristía, que manifiesta la unidad y diversidad de la Iglesia.
  • Existen tres aspectos clave presentes en todo el informe: la dimensión misionera, enfocada en hacer de la Iglesia una comunidad más abierta y acogedora, dispuesta a proclamar el Evangelio y despertar la fe en Jesucristo. La necesidad de formación en la sinodalidad, que debe ser una “cultura” y un “estilo de vida cristiano” que impregne a todos los miembros del Pueblo de Dios. Finalmente, se destaca la solidaridad con la humanidad y sus sufrimientos, agravada por los conflictos y la violencia en el mundo, lo que propone la importancia de que la Iglesia levante una voz común contra la violencia.
  • El documento concluye con una metáfora que compara el trabajo realizado con una “semilla pequeña pero cargada de futuro”, confiando en la obra del Espíritu Santo y la colaboración de todos para el crecimiento de la Iglesia y el bien del mundo.

 

El fraile dominico inglés Timothy Radcliffe fue uno de quienes dio potente y amable savia a la vida espiritual de este sínodo. Entre las muchas miradas que señaló en las cuatro semanas de intercambios, la que sigue me parece que nos da aliento para seguir fuertes en el camino: “Muchas personas consideran que este sínodo anunciará cambios importantes: yo creo que no están mirando bien. Acá estamos viendo cómo hacer una Iglesia nueva a partir de la escucha de las tradiciones, viendo qué sucede hoy a través de un proceso de escucha y aprendizaje. Y habrá obstáculos. Vivimos en un mundo de violencia: Ucrania, Medio Oriente, África… la comunicación entre las personas se ha derrumbado. Este sínodo debe servir para que la humanidad se vuelva a encontrar”.

Todavía falta la fase final de este sínodo pero ya se ve claramente que la pelota está en nuestra parte de la cancha. ¿Nos ponemos los cortos y salimos a sudar la camiseta de nuestra fe o nos quedamos en casa viendo el partido por TV dejando que todo siga igual, enmoheciendo y retrasando el anuncio de Jesús y su mensaje de amor para toda la humanidad de todo tiempo? Como decía nuestro querido obispo beato y mártir Enrique Angelelli, “hay que seguir andando nomás”.

 

Este sábado 4 de noviembre se cumplieron 4 años desde que llegué a San Juan. Doy gracias a Dios por el camino recorrido juntos, y confío a la intercesión de San Juan Bautista lo que vamos construyendo.